La Ciudad como escenario: una obra de teatro recorre cementerios, hospitales y el subte

Guiados por auriculares, los espectadores, que también son protagonistas, participan de un recorrido de 3 kilómetros que incluye parques, shoppings y viajes en el transporte público. Termina en el Obelisco.

Von María Sol Porta

20.10.2017 / Clarin.com

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Llevamos dos horas de travesía por Buenos Aires. Somos un grupo extraño que, sin mediar palabra, se detiene a contemplar mausoleos, corre carreras, hace reverencias frente a una iglesia y mira al Obelisco con binoculares imaginarios. Casi al final, la voz en nuestros auriculares pregunta: “¿Cómo te sentiste? ¿Te gusta saber que participás de algo que sólo unos pocos conocen o más bien estás incómodo porque los demás no saben de qué se trata?”.

Cada uno guarda su respuesta para sí, y de eso se trata “Remote Buenos Aires”, la puesta presentada en el marco del 11° Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA): de la frontera entre lo que somos y lo que compartimos con los demás. También es un recorrido por la Ciudad que muchos de nosotros creemos conocer, pero no a nuestro estilo cotidiano sino a la manera del flaneur, ese personaje del París decimonónico que iba sin rumbo ni propósito, disponible para lo que la urbe tuviera para ofrecerle. Aquellos que, como decía Charles Baudelaire, encontraban en las multitudes su elemento, como los pájaros lo hallaban en el aire.

La obra comienza en el cementerio de la Recoleta y termina en el Obelisco. En el transcurso se pasa por lugares como la Biblioteca Nacional, el Parque Las Heras, el Alto Palermo y el subte –tal cual, el subte- hasta el Palacio de Tribunales. No hay actores. O sí: los actores son los propios espectadores, unidos por el hilo invisible de sus auriculares.

Para la mayoría, el grupo extraño pasa inadvertido: predomina el apuro por ganar un asiento en el vagón o por llegar a casa después del trabajo. Pero otros interrumpen sus pasos y sus conversaciones para mirar, a medio camino entre la duda y la diversión. Es ahí cuando los espectadores de la obra descubren que ellos mismos pueden ser, a su vez, un espectáculo, una curiosidad que llama la atención en el murmullo porteño.

La voz nos guía entre rincones paradigmáticos, pero también entre sitios por los que otras veces hemos pasado sin detenernos ¿Qué nos ocurre mientras atravesamos la mesa central de turnos del hospital Rivadavia -vacía a estas horas- y deambulamos por los jardines internos que dan al pabellón de psiquiatría? ¿Por qué acá, desde el segundo piso de un shopping, todos abajo parecen moverse también a su propio ritmo, uniforme y homogéneo? ¿Qué es lo que dejamos de hacer cuando aprendemos a hacer lo que “se debe”, lo que hacen todos?

“Remote Buenos Aires” fue creado y adaptado para esta ciudad por la compañía Rimini Protokoll, luego de distintas versiones en ciudades tan disímiles como Abu Dhabi, Taipei, Berlín, Avignon o Moscú. Es parte del grupo de obras inmersivas que involucran al espectador en diversos recorridos urbanos, un formato teatral que ya tiene su breve historia en la escena contemporánea mundial y se volvió uno de los éxitos del actual FIBA. Fue dirigida por Stefan Kaegi, autor y productor de teatro y radio con especial predilección por los entornos urbanos: además de ésta y otras obras, se pasó tres años de gira por Europa y Asia con “Cargo Sofía”, un camión transformado en una sala de espectadores móvil.

De vuelta en Alemania, Kaegi cuenta de su experiencia porteña: “Buenos Aires es una ciudad poco calculable y poco previsible.Varias veces tuvimos que cambiar los lugares y eso nos hizo reescribir grandes partes de la obra”. Esa idiosincrasia local dejó su huella en el trabajo. “También se trata de una ciudad espectacular, en la que las manifestaciones tienen un significado específico. Bailar al pie del Obelisco es una experiencia muy especial”, agrega. “Nos gusta pasar de un lugar al otro: ver Recoleta del lado más cheto, y también del otro, en un hospital más humilde”.

Los espectadores no se conocen entre sí, pero todos tienen, en la obra, un código común: esa voz mecánica, que por momentos se llama Rosa y por momentos Rodrigo, que te dice cuándo cruzar una calle -siempre en sincronía con los semáforos- o te propone que cierres los ojos, mientras suena una canción de Virus y todavía faltan tres paradas para que el subte llegue a la estación Tribunales (“¡Fue difícil lidiar con el horario pico!”, señala al respecto Kaegi).

Al terminar, después de devolver los auriculares, dos de los participantes se sacan una selfie con el fondo de la 9 de julio. Se llaman Edoardo y Natalia, son de Minas Gerais, Brasil y vinieron por turismo. Visitaban el cementerio de Recoleta cuando vieron el cartel de la obra. “Nos llamó la atención y nos sumamos”, dicen, sonrientes. En dos horas, descubrieron una ciudad que les era desconocida. A los espectadores porteños nos pasó lo mismo.

Se hicieron 20 funciones y van por más

“Remote Buenos Aires” es una de las grandes novedades del FIBA, organizado por el ministerio de Cultura del Gobierno porteño. Su recorrido es de 3 kilómetros en total e incluye un trayecto en subte D desde la estación Bulnes a la estación Tribunales (no es necesario llevar la “SUBE”). Se va acompañado por el “asistente” de la obra, en grupos de alrededor de cuarenta personas. Aquí se hicieron 20 funciones y sus creadores se quedaron con ganas de más: “en Moscú llegamos a hacer 540”, cuenta el director.

Todavía se está a tiempo de ir a las dos últimas funciones: este sábado a las 12 y a las 17, desde el cementerio de la Recoleta (www.festivales.buenosaires.gob.ar/2017/fiba). Las entradas anticipadas se venden a través de www.buenosaires.gob.ar/festivales , o en las boleterías del Teatro San Martín, el Teatro Regio, el Centro Cultural 25 de Mayo y el Centro Cultural Recoleta (de 10 a 20 horas). Cada una cuesta $ 220 por persona.


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