Todos participan. La mayoría sin saberlo.

¿Estamos rodeados de copias piratas? El colectivo teatral Rimini Protokoll muestra el mundo como una gran conspiración

By Renate Klett

01.03.2003 / Die Zeit

Si Disneylandia está ahí para hacer parecer el resto del mundo todavía más real, el mundo real está ahí para ser puesto en escena – así se podría parafrasear, siguiendo libremente a Baudrillard, el credo de Rimini Protokoll. Rimini Protokoll es el alias de los cuatro integrantes de una suerte de guerrilla urbana que busca cambiar el mundo, al menos por un tiempo y de preferencia sin que nadie se de cuenta. Contrabandean arte, no bombas, y lo introducen en la realidad, mientras contemplan al público cómo éste a su vez contempla la explosión: la acción se considera un éxito cuando ya es imposible reconocer la delgada línea entre lo “real” y lo “manipulado”.
Por ejemplo así: 30 espectadores están sentados en el décimo piso del Kröpcke-Center en Hannover y observan la concurrida plaza a los pies del edificio con ayuda de largavistas. De los auriculares sale música, el comentario de un detective de shoppings o las instrucciones de un vigilante: “La pareja junto al reloj del Kröpcke-Center: ¡Obsérvenla!”. Desde arriba nosotros buscamos a los adolescentes bailando, al ladrón de tiendas con bolsas de plástico todavía vacías y a la pareja junto al reloj de pie –abajo todos participan, sólo que la mayoría no lo sabe.
Espías con micrófonos escondidos, también algunos visibles, andan ociosos por la plaza, transmiten la torre de control fragmentos de conversaciones de los transeúntes o entrevistan a testigos a los que nada les llama la atención. Todo es como siempre. De repente aparece una pelota de fútbol y esperamos a ver qué pasa. Algunos empiezan a patearla: ¿Esto es real o puesto en escena? Una niñita choca contra una valla, cae y queda tirada en el piso, nadie le presta atención – ¿normal? Uno escucha una conversación telefónica a través de los auriculares e intenta descubrir cuál de los hombres en las cabinas telefónicas allá abajo está siendo observado. Es un doble juego del ser y la apariencia, y a la vista aguzada por Rimini todo resulta sospechoso: la pareja que se está besando, el vagabundo junto a la cerca que linda con el terreno de una obra en construcción, la mujer gorda que arrastra a un niño detrás de sí.
Sonda Hannover se llamó esta acción en el festival Theaterformen en 2002, que convirtió a la ciudad en escenario y al público en espías de lo cotidiano. El efecto fue duradero: incluso horas después uno seguía percibiendo la realidad de una forma fuera de lo común, también a sí mismo.

El sueño de Deutschland 2 [Alemania 2]

El hecho de que las habitaciones en las cuales se espía estén bautizadas con los nombres de Kanther, Zimmermann y Schily remite a obsesiones que van más allá del simple voyeurismo: la vigilancia como sistema y deber. De la ingenua línea de visión vertical del vigilante de una torre a la pesquisa profesional quizá sólo haya un paso. A uno le viene a la cabeza Lichtenberg: “Más de la mitad de lo que los entusiastas llaman observación suele ser juicio.”
Bernd Ernst, Helgard Haug, Stefan Kaegi y Daniel Wetzel bautizaron a su grupo de teatro-acción-arte “Rimini Protokoll” fundamentalmente por una cuestión onomatopéyica. Tres veces I, tres veces O, suena bien. Los impulsores tienen alrededor de 30 años y se conocieron en la Universidad de Gießen cuando eran estudiantes del Institut für Angewandte Theaterwissenschaften [Instituto de Ciencias del Teatro Aplicadas], la forja de futuros líderes en el campo de la estética en Alemania. Rimini Protokoll es, por así decirlo, el sello, el nombre que usan para sus trabajos en común. Pero la dupla de Ernst y Kaegi también existe bajo el nombre de Hygiene heute [Higiene hoy] y Haug/Wetzel también cooperan a dúo, así como los respectivos autores lo hacen forma individual.
Rimini cobró fama de la mano de un proyecto que no llegó a realizarse o al menos no como había sido planeado. En el marco del festival Theater del Welt [Teatro del Mundo] la idea era reproducir en vivo en el antiguo edificio del parlamento en Bonn un debate parlamentario de Berlín. El pueblo debía representar a sus representantes, el discurso político debía ser copiado y de ese modo “socializado”.
Thierse, presidente del Parlamento, vio amenazada la dignidad de la noble institución y prohibió el uso de la sala plenaria de Bonn (que en otras ocasiones no dudan en alquilar, por ejemplo, a clubes o asociaciones de automovilistas o de carnaval). Fue así que Deutschland 2 terminó realizándose en el teatro Schauspielhalle de Bonn, al que lógicamente le faltaban la autenticidad y el aura del “escenario prohibido”. A pesar de todo, la acción que tuvo lugar el 27 de junio de 2002 desde las nueve de la mañana hasta pasada la medianoche (¡tan aplicados son nuestros parlamentarios!), fue toda una manifestación política. Así, ciudadanos y ciudadanas de Bonn se acercaban al atril del orador a intervalos de cinco minutos, provistos de auriculares de transmisión infrarroja por medio de los cuales se les dictaba el texto que debían recitar con la mayor simultaneidad posible. De este modo, cada soberano dejaba deslizar patéticas guirnaldas de palabras, dichas en su nombre y ahora reconquistadas por él.
Para el público, la “copia pirata de la democracia” fue una clase magistral en retórica fallida, el espejismo del espejismo, dialéctica para avanzados; para los participantes un demoníaco ejercicio de concentración. Dejaban que las palabras ajenas fluyeran a través de su cuerpo, frecuentemente con reservas respecto del contenido, pero a esa velocidad era imposible intervenirlas con interpretaciones propias. Había que funcionar y no se podía ni explicar que todos los “es” y balbuceos, los sinsentidos gramaticales y las frases inconclusas no eran responsabilidad propia sino de aquellos que estaban siendo copiados. El efecto de cabaret tan temido por los políticos no tuvo lugar, la dignidad fue preservada: Deutschland 2 fue un extenso ejercicio de democracia para 200 ciudadanas/os de Bonn. ¡Y además fue arte!
¿Copia de lo existente, manipulación de la realidad, el recurso del readymade teatral - el método de Rimini apuesta a una percepción agudizada y a la reflexión sobre el mundo. Ya en los primeros registros la consigna es: “Es como es y de todos modos es diferente: no se sabe a ciencia cierta dónde comienza la puesta en escena de turno, dónde termina la realidad y comienza el teatro.” O: “Los criterios de autenticidad y puesta en escena son dejados de lado paulatinamente.”
Para Kreuzworträtsel Boxenstopp [Parada a boxes Crucigrama], lanzada en 2000 en el Mousonturm de Francfort, convocaron a cuatro señoras octogenarias del hogar de ancianos vecino. Ellas supuestamente están entrenando para su comeback, su regreso al circuito de Fórmula Uno de Nürburgring, y confrontan sus circunstancias de vida con las de los corredores de automovilismo. El atractivo reside en el contraste entre lo viejo y lo joven, lo femenino y lo masculino, lo lento y lo rápido, lo público y lo oculto.


Dos años más tarde el mismo equipo Haug/Kaegi/Wetzel muestra el correlato juvenil de la saga de ancianos: Shooting Bourbaki [Disparándole a Bourbaki]. Esta vez los actores son suizos, tienen entre trece y quince años, y la temática es la competencia de tiro para adolescentes tal como se realiza en una fiesta popular de Zürich. Los jóvenes hablan de la fascinación por las armas tanto en el cine como en la vida, un video los muestra en entrenamientos de tiro, y entonces actúan un entrenamiento: "Piernas separadas - la mirada clavada”. Nuevamente lo que se crea es un mundo real con injertos de ficción. Las personas son reales, sus necesidades también, sólo que la forma en que las expresan naturalmente está puesta en escena. En los dos casos el método es el mismo: partiendo de los alrededores del respectivo teatro (la residencia geriátrica en Francfort, el polígono de la policía en Luzerna) un fragmento de vida es expuesto y al mismo tiempo exagerado. La investigación apunta a una representación en el escenario y deviene un teatro documental de legos; sin embargo, las tablas que representan el mundo en cualquier momento pueden volver a convertirse en bosque o, dado el caso, en cemento. Así sucedió en proyectos como Ungunstraum. Alles zu seiner Zeit [Espacio Desfavorable. Todo en su debido tiempo] en el castillo y parque de Rauischholzhausen o en la presentación de la marca Ungunstraum en la central de distribución eléctrica de Frankfurt (ambos realizados en 1998 por Haug/Dross/Wetzel).


Europa, un idilio para cobayos

Mis favoritas son las piezas radiofónicas transitables de Hygiene heute: System Kirchner en Gießen y Francfort (2000) y Kanal Kirchner en el festival Spiel-Art en Munich, en 2001, son como guías de audio, toures de audio en los que los participantes, provistos de un walkman, realizan un curioso recorrido por la ciudad, cada uno por su cuenta, con diez minutos de intervalo entre cada participante. Por medio de los auriculares se emiten instrucciones exactas referentes a la dirección, el ángulo de la mirada y la velocidad a la que se debe caminar, y todo lo que se ve en el trayecto es interpretado como parte de una gigantesca conspiración para el exterminio de la memoria. Cada buzón, cada farol y número de casa deviene ambiguo, todo es sospechoso, hasta la estatua de María con su hijo en la pequeña capilla. Por todos lados hay espías que oyen lo que se dice, vigilan, registran, cualquier bar de esquina puede ser parte del complot. En el estacionamiento, todo cobra una dimensión realmente siniestra cuando en el pasillo estrecho se cierran estruendosamente una tras otra las puertas de hierro y la voz al oído de repente grita: “¡Vamos, corre, tienes diez segundos!”.
El teatro de la ilusión secuestra así a sus participantes y se mete en su interior, hasta que éstos devienen partícipes del policial y sospechan que cada transeúnte puede ser un cómplice. El paisaje urbano se trasforma, se decodifica, los motivos de “araña “ y “caracol” -códigos de estrategias de vigilancia-, son imposibles de obviar. Jamás estas calles volverán a ser inocentes. Las obras Kirchner son pequeñas genialidades, como estados alterados de conciencia en plena conciencia. Para el iniciado ya sólo cuenta el mundo de sombras detrás del supuestamente real. El desaparecido bibliotecario Bruno Kirchner de Dortmund, que supo reconocer la farsa y desde entonces está prófugo, envía casettes de audio a su hija y a su esposa. Los casettes están insertados en nuestros walkmen, devienen compañeros de viaje y consejeros. Estudiantes ominosos recuerdan una infancia que nunca tuvieron después de tomar Memo-Sinol. “Aprender significa olvidar” es el lema de sus criadores, que los vigilan con scanners dentales y utilizan olores falsificados para mantenerlos controlados. Su “país después de la reforma” va a ser fácil de dirigir. Los primeros resultados de los experimentos de campo ya se pueden ver en patios traseros y estaciones de subte.

Hygiene heute es especialista en mundos artificiales – éstos pueden ser meramente acústicos o estar compuestos de partículas de realidad mal conectadas, y a veces, incluso, hasta son habitados por animales. Por ejemplo por 60 conejillos de indias que en una variante zoológica del congreso de Viena se reparten entre sí una Europa de praderas (en Europa tanzt / [Europa baila], Viena 2001). En su última performance, Staat. Ein Terrarium [Estado. Un Terrario] en Mannheim en octubre de 2002, trabajaron con cinco comunidades distintas de la “hormiga roja silvestre”. Así, mientras Hygiene heute da fe de la ficción a través de una visión interpretada, Haug/Wetzel presentan en Apparat Berlin, realizada en 2001 en la sala Prater del teatro Volksbühne, material de audio documental del cual cuesta creer que sea auténtico. La pieza trata de Berlín, ciudad dividida en Este y Oeste, y del tratado de 1963/64 que prevé pases para el cruce de frontera y gracias al cual los berlineses del lado occidental, por primera vez desde la construcción del muro, pueden visitar a parientes y amigos en el lado oriental de la ciudad. En este contexto, la Rias (radiodifusora del sector americano) había dispuesto un teléfono de ayuda para quienes tuvieran dudas al respecto, pero que estaba permanentemente ocupado, y si hoy se escucha el material de archivo, ese mundo perdido da la sensación de ser aún más absurdo de lo que era. El tono de las conversaciones (entre un experto exageradamente simpático y jovial y un intimidado oyente que hace las preguntas), lo absurdo de la situación, que genera discusiones igualmente desquiciadas, el constante terror a equivocarse, mezclado con mucha rabia, nerviosismo, miedo, expectativa. Se trata de desconcertantes testimonios de lo cotidiano, comentados a través de ejemplos escénicos de coexistencia privada – ¡cuán lejos pueden haber quedado 40 años! Y cuán cerca dos milenios y medio. Para su próximo proyecto Haug/Wetzel observan el comportamiento de turistas en antiguos teatros del Peloponeso. Cómo se pasean por el escenario, prueban la acústica y las perspectivas, además de la pose y la mímica para la foto del recuerdo – cada turista, un experto en escenarios, cada ensayo de un susurro la vivencia de un éxito: el “teatro del turismo” no sabe de crisis. “Lo propio debe aprenderse tan bien como lo ajeno”, dice Hölderlin.